miércoles, 7 de octubre de 2009

Tan Lejos Tan Cerca


Justo sobre la soga que sostiene la vida,
Desde el cuello obviamente,
Se nos nublan los ojos,
Como segados por la ira
Conmovidos por tanto muerto y tanto olvido
Pero no hemos de saltar, desde esta piedra,
Desde este andén
De esta buhardilla
Sólo miramos hacia el pasado
Como avanza sin demora,
Odiando progresos,
Buscando la madera la lana el hilo
El silencio el sendero el descanso y el avance
Nuevamente fresco hacia el pasado,
Hacia el primer estado,
Hacia el único verdadero amable furtivo.
Aparentamos una distancia ficticia
Construida por otros cerca de mí cercándonos
Levantando laberintos.

Sitiándonos en el agujero polvoriento y húmedo
Que la ciudad ha parido, nada
Quiere que salte a la vida el oxigeno
Y permanecemos con una clava en cada mano,
Y con ákel nuestros rostros permanecen enrojecidos
Hasta el viaje último
Después de la trampa
Después del fuego,
Más allá de los lagos los bosques la Lenga
El Mañío,
Más allá de todo eso de afuera
Eso que como nosotros respira
Y nos mantiene vivos.


(para Jesús A. Sepúlveda por el “Jardín” y el Invernadero)

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